Hoy entrevistamos a Miguel Agulló Velasco, sus extensos conocimientos y experiencias en multitud de aspectos de la jardinería, lo hacen imprescindible para conocer esta profesión a la que considera “un Arte en el uso de las plantas”.
Miguel Agulló es un alicantino que ha viajado muchísimo y siempre por culpa de las plantas: Villa Olímpica Barcelona, Expo´92 Sevilla, Jardín Tropical de Atocha, Selvas tropicales de Costa Rica y Brasil, Port Aventura en Salou, Oasis Histórico de Ghadames, Libia, Universidad del Norte de Colombia, por nombrar algunos de sus destinos. Él conoce como nadie los entresijos de los grandes logros jardineros y también de los pequeños, vividos siempre en primera persona y con experiencias que no dejan indiferente. Su figura es fundamental para conocer la evolución de la jardinería española en las últimas décadas. Pero siempre será, sobre todo, el creador del Jardín de Atocha.
En AMJA queremos destacar la importancia de la profesión de la Jardinería en sus múltiples facetas y difundir la Jardinería como un concepto primordial para la vida en la ciudad. Con este programa YO SOY JARDINER@ queremos dar a conocer a hombres y mujeres jardineros, empresarios, científicos, técnicos, diseñadores, arboristas, expertos en riegos, botánicos, especialistas en plagas y enfermedades, consultores, viveristas… y poner en valor una profesión histórica que repercute enormemente en la salud de los ciudadanos.
MIGUEL AGULLÓ VELASCO. Ingeniero Técnico Agrícola. Presidente del Colegio de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Alicante. Hacedor de Atocha.
¿Por qué es usted Jardinero?
Lo primero que debo hacer y lo hago de corazón, es daros las gracias a los responsables de AMJA por pensar en mí y darme el apelativo de “jardinero”. Muchas gracias.
Creo, sinceramente, que no soy jardinero, esa es una palabra mayor muy denostada en su uso. Si se refiere a una persona que ha construido algún que otro jardín, si lo soy, pero ser jardinero es mucho más, es alcanzar un arte en el uso de las plantas y los elementos complementarios, en la modelación y aprovechamiento del terreno, del lienzo sobre el que crear, es aprovechar miles de combinaciones, en definitiva para mí, ser jardinero es dominar la naturaleza y eso…no.
Cuando empecé a decorar interiores y hacer mis primeras rocallas, desollándome las rodillas y las manos, creí y me llamaba “jardinero”, conforme he adquirido conocimientos, admirado obras realizadas por profesionales, que yo en mis principios entendía eran mis enemigos, he podido comprender que son mi competencia, nunca mis enemigos, he admirado sus trabajos y, sobre todo, he aprendido de ellos y sigo haciéndolo cada día, por eso me denomino “aprendiz de jardinero”.
Bajo mi punto de vista, la jardinería es el refinamiento de la agricultura transformándola en arte.
La agricultura domestica especies para mejorar su rendimiento y facilitar la alimentación de las personas, la jardinería controla especies para nutrir el alma.
Cuando enfermamos vamos al médico. ¿Piensa que la sociedad en general es consciente de que las plantas aportan salud? ¿Hemos sabido explicar a la sociedad nuestra profesión?
Sinceramente NO. Ni lo uno ni lo otro.
La jardinería se entiende como una profesión sin formación o con muy escasa necesidad de conocimientos para ejecutarla. El ciudadano común, incluso los formados universitariamente, entiende la agricultura como una actividad desarrollada sin conocimientos ni tecnología. En el caso de la jardinería es algo más grave, jardinero es cualquiera que retire hierbas y ponga unas piedras alrededor de un árbol o arbusto, tenga o no sentido.
Los culpables somos nosotros, si en el acto del “Corte de la primera uva del Vinalopó” no se hace mención al trabajo de los ingenieros, es culpa de los ingenieros que no hemos sabido hacer que se valore nuestra aportación para lograr esa calidad especial. Si no se valora el trabajo y la profesionalidad del jardinero, es culpa de los jardineros que no hemos sabido transmitir a la sociedad la altísima preparación necesaria para desarrollar esta dignísima profesión, en la que la formación y la necesidad de adquirir conocimientos nunca acaba.
Es función de las asociaciones profesionales, los colegios de ingenieros y, por supuesto, de los propios profesionales de la jardinería, dar a conocer a la sociedad la importancia de su trabajo, la alta cualificación necesaria para plantar, construir, un jardín y especialmente para poder mantenerlo adecuadamente, con los más bajos costes aplicados para obtener los mejores rendimientos, sin perjudicar a nada ni a nadie, con excelentes resultados.
Sin denostar al peón menos cualificado, absolutamente necesario, se ha de ponderar al que es realmente un JARDINERO, denominación muy difícil de alcanzar.
La información y la reivindicación constante, por todos los medios posibles al alcance de todos nosotros es imprescindible, la formación continuada de los profesionales es absolutamente precisa y dar a conocer estos condicionantes puede dignificar la profesión ante el ciudadano de a pie.
¿Por qué nos atraen las plantas?
Los humanos, en sus movimientos sobre el planeta, siempre han cargado en su equipaje con “su paisaje”.
Unos 3000 años antes de Cristo, en China se cultivaban plantas en cerámica con las que construían bellos jardines en patios y explanadas palaciegas.
Del reinado de Hatshepsut, Egipto 1503-1482 a. de c., adornando su tumba, se conserva un bajorrelieve en piedra que reproduce la plantación, en un inmenso recipiente (maceta), de incienso procedente de África Oriental, donde la reina mandó a buscar los árboles de “Boswelia carterii”.
Según la leyenda, los jardines colgantes de Semiramis en Babilonia (814-810 a. de c.), poseían plantas cultivadas en recipientes de piedra. Otra versión con mayor grado de credibilidad adjudica la construcción a Nabuconodosor II, quién los construyó para recrear el paisaje del lugar de origen de su esposa Amytis, en el año 600 a. de C.
Las macetas decorando azoteas no es algo moderno, ya se utilizaban cuatro siglos antes de nacer Cristo. Tiberius, emperador romano, recolectaba plantas en sus campañas militares y construyó el primer invernadero conocido como tal, usando Lapis specularis (láminas de yeso que cortaban a serrucho en las canteras de Hispania Citerior, próximas a Segóbriga), que permite el paso de luz solar atenuada.
Los romanos mantenían condiciones especiales para las plantas, dando calor a través de conducciones de agua caliente, para la producción de pepinos el manjar preferido por Tiberius, por ejemplo.
Las plantas traídas por los viajeros eran usadas como moneda de cambio, de población en población. Al principio, los usos predominantes y de interés en la recolección de plantas fueron los culinarios y medicinales.
El primer invernadero, el más antiguo de Europa, construido en 1550 por el jardín botánico de Padua (Italia), resultó de transformar su estructura añadiendo partes de cristal, para poder albergar plantas con requerimientos especiales.
El conocido capitán Cook, en 1768, tras sus importantes descubrimientos por todo el Pacífico, trasladó a Inglaterra más de 3000 especies de la flora que encontró. Años más tarde, el Real Jardín Botánico de Kew, en las proximidades de Londres, paso a ser el más importante en número de especies, más de 5500 en el año 1789, convirtiéndose en el primer centro de investigación botánica.
Comenzó el uso por las clases altas de plantas en interiores, les proporcionaban una mayor distinción por su belleza y originalidad. La alta sociedad competía por las mejores y más raras especies, por destacar con las últimas novedades y sorprender a sus amistades y extraños con la planta más original y singular. En un principio el motivo de selección era la floración, por encima de cualquier otro aspecto de la planta. Realmente, había comenzado el negocio de las plantas ornamentales exóticas.
Las clases menos acomodadas comenzaron a tener acceso a la gran cantidad de plantas exóticas que llegaban de todo el planeta. La generalización en la decoración de hogares con plantas ornamentales no se produjo hasta mediados del siglo XIX. Las reinas eran las orquídeas, los helechos y las palmeras.
Como se puede apreciar las plantas han ido ganando interés conforme las sociedades se han ido apartando de sus orígenes, sabanas y selvas, bosques y riveras verdes.
La necesidad del verde para el humano es vital, necesitamos alimentarnos de plantas, si comemos carne, las plantas alimentan a los animales que degustamos.
En nuestro ADN está impreso que necesitamos plantas para subsistir, pero la jardinería nace de la necesidad de mantener vivo nuestro entorno ancestral, nuestra vida rodeados de exuberante verde como reflejo de un confort absoluto.
Esa recreación se ha perfeccionado con el paso del tiempo y la jardinería actual, la capacidad de mejora depende en mucho de todos nosotros.
Hablemos de usted. ¿Cuándo supo que era Jardinero?
Más bien, cuando comprendí que no llegaba a serlo.
Lo cierto es que yo planté mi primera palmera tras comerme un dátil y enterrar el hueso debajo del grifo donde bebía agua, en una finca donde viví.
Desde pequeño, según cuenta mi madre, mis juegos consistían en hacer caminitos, hoyos que simulaban embalses y puentes. Mi vocación inicial era la ingeniería de caminos. Mi padre, gran conocedor de mis habilidades me dijo: “Tal como mides tu, mejor dedícate a la agricultura, que un palmo no es holgura”.
Yo vivía con mis padres en Orihuela (Alicante), donde acababan de abrir la Sección Delegada de la Escuela de Ingenieros Técnicos Agrícolas, dependiente de la Universidad Politécnica de Valencia; en consenso decidimos iniciar el primer curso, común para todas las ingenierías técnicas para reanudar segundo curso en la Escuela de Obras Públicas de Alicante.
Pero, algo sucedió antes de iniciar segundo curso que me dejó unos años más en Orihuela.
Mi profesor de Educación Física, D. Antonio Álvaro Pascual, mi segundo padre, me instó a que hiciera unos cursos de entrenador de baloncesto, voleibol y monitor polideportivo, en aquellos años con estos títulos y solo 18 años de edad, me llevaron a ser contratado como profesor adjunto de Educación Física en el Instituto Laboral El Palmeral de Orihuela, justo en el centro de su hermoso Palmeral.
Al tener trabajo, seguí estudiando en Orihuela, compaginando educación física todas las mañanas de 9 a 13:30, con clases de agronomía por las tardes, de 15:30 a 21:30. No obstante, fui un privilegiado, no dependía de mis padres y tenía mi Seat 600 de quinta mano.
Ya terminando, en tercero, anunciaron la celebración del primer Diplomado en Producción de Flores y Plantas Ornamentales en Valencia. Junto a mi profesor de Jardinería, D. Antonio Navarro Quercop, Pepe, que era un investigador del CEBAT (Murcia) y otro compañero de curso, Alfonso Maestre Pascual, todos los viernes me permitían terminar mi clase de gimnasia a las 10, me recogían y tras 5 horas y un bocadillo especial en el Domenech de Alberique, estábamos en la Escuela de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Valencia, yo dormí durante 6 meses en distintas casas de amigos y amigas de Orihuela que estudiaban en Valencia, gracias a todos ellos.
Aquí comenzó mi adicción a este mundo de la planta ornamental. Desde ese momento siempre he buscado nichos de negocio relacionados con la jardinería y la planta ornamental, mi trabajo fin de carrera lo redacté sobre “El cultivo de la palmera datilera en el Palmeral de Orihuela”, para no tener problemas en el examen que era en Valencia, Paco “El Cura”, un grandísimo PALMERERO que vivía en el Palmeral, me fue contando tarde tras tarde durante muchos años, los secretos del cultivo, lo recuerdo con enorme cariño.
Mi principal actividad ha sido comerciar con plantas ornamentales, yo decía de broma traficar, no existía internet y yo me recorría viveros y viveros para saber donde estaban las plantas, era capaz de acordarme de todas las plantas que veía, con eso suministraba plantas a numerosas empresas de jardinería y viveros.
Empecé haciendo jardines yo mismo, manteniendo plantas incluso por la noche, acompañado por mi esposa hasta que nació mi primer hijo, después un empleado, dos, una furgoneta, otra, un vivero, un garden center, más furgones, más empleados, jardines más y más grandes, Jardín Ornitológico y Botánico El Retiro, la Expo de Sevilla´92, La Burbuja Amazónica del Pabellón de la Naturaleza (Expo´92). Este ha sido el trabajo más bonito de mi vida, trasladando plantas desde las selvas tropicales lluviosas de Costa Rica y Brasil hasta Sevilla, así empezó mi devoción por el Amazonas; Villa Olímpica, El Jardín Tropical de Atocha, Port Aventura, Faunia, Terra Mítica, Expo Lisboa´98, Epifitarium de San Joan D´Alacant con 830 orquídeas epifitas americanas y 420 bromeliáceas más 40 tipos de aráceas, Terra Natura, etc. Y un campo de golf a solo 3 km. de mi casa que me llevó a la ruina, en 1993. Vuelta a empezar con mucho menos dinero, en negativo.
Ahora, después de vivir y montar empresa en Colombia, vivo más tranquilo, recuperando planta de cultivos agrícolas para ornamental, algún proyecto de jardinería, alguna decoración, algún jardín, informes, asesorías, otras actividades destinadas a la agricultura: distribución de mejoradores de suelo, fertilizantes líquidos y bio-estimulantes, todo dirigido a cultivo en ecológico y biodinámica.
Pero, sigo intentando llegar a Jardinero a través de la formación.
Con la pandemia ha habido muchos cambios. ¿En qué cree que ha afectado a los jardines?
Desgraciadamente, muchos han sido abandonados, otros casi.
Los mantenimientos han descendido de forma alarmante, si bien tras abandonar el encierro y volver a una cierta normalidad, hubo una especial alegría, con recuperación de espacios y vuelta a decorar muchos establecimientos, en la actualidad no parece que se pueda ser muy optimista.
Lo que sí es evidente y resultará beneficioso para el sector, es la apuesta europea por el verde como factor de salud en las ciudades, la recuperación de flora y fauna como lucha contra nuevas pandemias, preventiva, y la mejora de todo lo relacionado con la naturaleza.
Existen programas europeos que no han sido demandados con proyectos españoles, quedan muchos millones de euros adjudicados a España, que no han captados por nuestras empresas y administraciones, debemos ponernos en marcha y no permitir que todo ese dinero destinado a mejorar nuestro ambiente vuelva a quedar desierto y sin adjudicación.
De pronto hay personas que quieren abandonar las ciudades y vivir en el campo, en los pueblos. ¿Abandonar las grandes ciudades es la solución?
En un futuro a medio plazo no creo que exista otra solución, las macro urbes no pueden funcionar, no son eficientes.
El problema radica en dotar al medio rural de las “comodidades” de conectividad de los grandes centros sociales, sobre todo dotando medios de recreo, sistemas de transporte y nuevos centros sociales equidistantes de varios núcleos urbanos, que hagan la función de centro urbano.
En realidad el sistema de ciudad jardín ha fracasado, no es sostenible, pero tomando como ejemplo la ciudad declarada como la más sostenible, Benidorm, se formarán concentraciones urbanas muy diferentes a lo que conocemos, rodeadas de naturaleza e interconectadas entre ellas, la sostenibilidad unida a la vida cómoda y muy conectada, creo que será un futuro que tal vez yo llegue a disfrutar.
José Elías dijo que para que haya buenos jardines hacen falta buenos jardineros. ¿Qué pasa con la formación en Jardinería?
Yo solo añadiría para que existan buenos profesionales tienen que estar bien formados, conocer su oficio. La formación es fundamental, lo es todo profesionalmente hablando.
Al morir mi mujer, en 2012, mi hija vivía en Colombia. Su jefa y profesora en la Universidad del Norte me propuso ir a dictar (así dicen allá) un seminario sobre jardinería. La intención, que la Universidad me pagase el pasaje y unos días en Barranquilla. Acepté el reto de inmediato y a continuación me entró un tremendo temor al fracaso.
Se acordaron fechas, pero el pasaje no llegaba, hasta que no vendieron suficientes plazas para garantizar cubrir gastos no me enviaron mi billete de viaje.
El seminario versaba sobre “Diseño y Proyectos de Jardinería”. Allí, antes de empezar las charlas, viernes tarde 6 horas y sábado por la mañana 6 horas, me advierten que los alumnos valoran al profesor, por normas de calidad de la UNINORTE, que sobre 5 puntos la media estaba en 4,26. Mis nervios aumentaron y el fracaso lo veía muy cerca.
Pero, ante personas amantes de lo mismo que yo, me transforme, o mejor dicho fui yo mismo, olvidé que estaba dictando clase y compartí con aquellos “colegas”. Resultado 4,92 de puntuación y oferta de UNINORTE de repetir a los seis meses con otro seminario.
Mi hija tituló para la publicidad “El Arte de las Plantas” y el nombre de cada uno de los 4 seminarios que dimos, hasta que ofrecieron dictar un “Diplomado en Diseño y Construcción de Jardines”, seis meses de duración, no lo pensé demasiado y me fui a vivir allí.
Lo mejor de todo y por lo que cuento esta historia, es que todas y todos mis alumnos hoy trabajan en jardinería, algunos todavía me consultan sus dudas, para mí es lo esencial, se formaron de una manera especial y destacan.
Tanta fe tengo en la formación que desde el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas y Graduados en Ingeniería Agroambiental de Alicante, estamos promoviendo un nano-máster que se impartirá por la Universidad Miguel Hernández de Elche, en su Escuela Politécnica Superior de Orihuela, Campus de Desamparados. Consiste en 168 horas de docencia y prácticas, a desarrollar quincenalmente los viernes por la tarde y sábados durante todo el día.
Pretendemos formar especialistas en planta ornamental para que puedan tener su vivero o trabajar en viveros, personas capacitadas para diseñar, construir y mantener jardines con criterios y conocimientos fundamentales.
El nano-máster se denomina “Especialización en Jardinería y Planta Ornamental”. La Universidad otorgará el título de especialización a quién supere las pruebas.
Creo dejar patente la importancia que doy a la formación y, ahora mismo, mucho más a la no universitaria que a los estudios superiores. Yo no asisto a más cursos y charlas por falta de tiempo.