Lorena Escuer irradia conocimiento e intensidad en sus explicaciones. Es bióloga “de bota y no de bata” y sus Alcorques Vivos están revolucionando la visión del verde en la ciudad.
De ella destaca su vertiginosa trayectoria profesional que desarrolla tanto en ámbito público como privado y es un referente en control biológico en jardinería, con una capacidad de comunicación abrumadora.
Ha publicado artículos en multitud de revistas especializadas, siendo reconocida con el XXIV Premio Revista PARJAP de los Premios Nacionales de Jardinería por el artículo ¿Dónde reside la naturaleza?. Participa en programas de radio y televisión y, en su sección Aprende a Mirar de Radio Aragón, convence su pasión por lo que hace y la profundidad de sus argumentos.
Es directora de Hidrobiology Control Biológico en donde desarrolla estudios técnicos y formación sobre algo en lo que quizá ella sea una de las personas más reconocidas en la actualidad.
En AMJA queremos destacar la importancia de la profesión de la Jardinería en sus múltiples facetas y difundir la Jardinería como un concepto primordial para la vida en la ciudad. Con este programa YO SOY JARDINER@ queremos dar a conocer a hombres y mujeres jardineros, empresarios, científicos, técnicos, diseñadores, arboristas, expertos en riegos, botánicos, especialistas en plagas y enfermedades, consultores, viveristas… y poner en valor una profesión histórica que repercute enormemente en la salud de los ciudadanos.
YO SOY JARDINER@
LORENA ESCUER CONSTANTE. Directora y responsable técnico de Hidrobiology Control Biológico
¿Por qué es usted Jardinera?
Yo me definiría como Bióloga-Jardinera, Bióloga por vocación y carrera, jardinera por profesión y pasión, y no porque cuide yo directamente de las plantas, sino porque mi ejército de insectos beneficiosos lo hacen por mí y por todos nosotros en realidad. En cierto modo, son otros pequeños jardineros.
Aunque siempre estuve vinculada al medio ambiente por vocación, en uno de mis primeros trabajos, en concreto como Técnico de medio ambiente en el ayuntamiento de Huesca, descubrí el maravilloso mundo de la Jardineria, y desde entonces no he podido desvincularme de él, más bien todo lo contrario.
Cuando enfermamos vamos al médico. ¿Piensa que la sociedad en general es consciente de que las plantas aportan salud? ¿Hemos sabido explicar a la sociedad nuestra profesión?.
A la gente le gusta ver plantas, pero si estas no interfieren con su comodidad… y me explico: En el campo, en la montaña, en la naturaleza en general, la gente valora las plantas, es más esa naturaleza atrae precisamente por la presencia de vegetación, porque genera vistas y escenas inesperadas que descansan la mente y elevan el espíritu.
En la ciudad debería suceder lo mismo, pero el espíritu urbano no es tan generoso con las plantas en la jardinería pública, y las plantas se perciben como algo que ensucia, que atrae insectos, que genera gastos. Es difícil explicar que las plantas mejoran la salud en general, cuando las molestias son particulares. A todo el mundo le gusta tener cerca árboles y plantas, pero casi nadie tolera la responsabilidad de su gestión. La jardinería tiene que hacer un esfuerzo para explicarse mejor, si, pero no solo la jardinería, los medios de comunicación también necesitan actualizar su lenguaje y su actitud, para poder explicar lo que se intenta decir desde el sector.
¿Por qué nos atraen las plantas?
Porque están vivas como nosotros y porque son unas formas de vida totalmente fascinantes, no las acabamos de entender en su inmensa variedad. Además responden muy rápidamente a las presiones ambientales y es posible obtener cultivos muy diferentes de algunas especies mediante selección y cultivo, lo que las hace que siempre ofrezcan algo nuevo. Además, dependemos de ellas para nuestra existencia, sin plantas no habría vida en el planeta, y nuestro instinto nos lo dice. Ver plantas, naturaleza en general, nos produce una sensación de bienestar.
Hablemos de usted. ¿Cómo ha sido su dedicación a esta profesión?
Yo siempre cuento que iba para “bióloga de bata” y he acabado como “bióloga de bota”. Pronto entendí que quería dedicarme al medio ambiente de alguna manera que implicase moverme por el territorio y descubrí que lo que me gusta es estar en el medio, con los seres vivos que son el objeto de mi trabajo, pero también con las personas que trabajan sobre el terreno. Me gustan las ideas y los conceptos, pero también me gusta su aplicación práctica y comunicar su éxito y su fracaso y el control biológico en particular, a lo que yo me dedico, es una fuente inacabable de casos y situaciones, no es una ciencia absoluta, tiene mucho que ver con la vegetación y su fenología. Por suerte tomé la decisión de dedicarme a esto de forma autónoma hace 8 años ya, montando mi propia empresa y especializándome en control biológico en jardinería, por lo que he podido explorar en la práctica muchas ideas que otros solo pueden plantear en teoría y eso se lo tengo que agradecer a mis clientes, que se han arriesgado mucho para probar nuevas soluciones.
La divulgación también es una parte muy importante de mi trabajo actual, colaboro semanalmente con distintos medios de radio y televisión en Aragón, ya que si no informamos, si no contamos, si no sabemos transmitir que hacemos, con qué finalidad y que valor tienen las cosas, es como si no hiciéramos nada. Porque como yo siempre digo, lo que no se conoce, no se valora.
Con la pandemia ha habido muchos cambios. ¿En qué cree que ha afectado a los jardines?
El cambio principal ha sido que muchas actividades estacionales no se han podido realizar y eso ha tenido un efecto muy profundo en el sector y la sociedad. Para bien o para mal, hemos podido observar como la naturaleza urbana se manifiesta cuando dejamos de estar presentes y creo que se pueden extraer lecciones importantes, algunas puede que incorrectas, pero todas muy útiles para plantear el futuro de la jardinería y la continuidad de los jardines. Para mí, un cambio importante ha sido el parón en la realización de eventos profesionales, eran una parte importante de mi calendario y, aunque me he adaptado a los formatos digitales con rapidez, echo de menos el contacto personal y el debate cercano de ideas.
De pronto hay personas que quieren abandonar las ciudades y vivir en el campo, en los pueblos. ¿Abandonar las grandes ciudades es la solución?
Bueno, en realidad este movimiento se está produciendo desde hace años a la inversa, se han abandonado los pueblos para vivir en las ciudades y se ha dejado el mundo rural totalmente despoblado y abandonado. Esto es un movimiento mundial, la humanidad se está concentrando en grandes urbes, especialmente en las costas y en las riberas de grandes ríos. En España se puede ver como Madrid, Barcelona y la costa mediterránea concentran una parte muy significativa de la población y esto se va a acentuar aún más en los próximos años, si no se pone remedio. Pero vivir en el campo no es exactamente la solución, porque te puedes encontrar aislado y eso no es para todo el mundo. Creo que la solución pasa por descentralizar las grandes metrópolis y facilitar el desarrollo de otros núcleos urbanos distribuidos por el territorio, de forma que el campo esté al alcance de todo el mundo. Pero se trata de un esfuerzo enorme, no sé si será posible.
José Elías dijo que para que haya buenos jardines hacen falta buenos jardineros. ¿Qué pasa con la formación en Jardinería?
No estoy muy bien informada sobre este tema, pero creo que se ha perdido una poco la tradición de los antiguos maestros jardineros que eran capaces de operar de forma autónoma. Por una parte, creo que el oficio de jardinero ha sufrido una tecnificación orientada a la eficiencia, basada en productos químicos y en la mecanización y con el conocimiento técnico concentrado en muy pocas personas, con lo que muchos jardineros se han convertido en operarios que no tienen mucha autonomía, se limitan a seguir instrucciones y ese no me parece un buen camino.
Pero siempre hay tiempo para cambiar las cosas y creo que la vocación y la pasión son factores clave para desarrollar fielmente esta profesión y poder volver a la dedicación y al amor por el jardín que ponían los antiguos jardineros.