Ficus de San Jacinto: A pesar de los beneficios que aportan los árboles en la ciudad, continuamos eliminando grandes ejemplares sin darles una oportunidad.
Por Juan Manuel Ruiz Cobos. Presidente de AMJA
Días atrás, mi buen amigo Jacinto, me enviaba en fresco la información de un diario a la que yo le empataba con otra sobre el mismo asunto. Por desgracia no estábamos de chistes. Chateábamos con inquietud ante la tozuda realidad reflejada en muchos medios y que, en conclusión, nos llevaron hasta el verde: un ecosistema mitigador ante el panorama climático que nuestra sociedad y nuestras urbes, en particular, han de salvar.
Fueron escalofriantes para mí los datos que los medios de comunicación enmarcaban y multiplicaban por cuatro las muertes del pasado año por mor al calor. Así, según el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria del Instituto de Salud Carlos III, algunas ciudades españolas habían aumentado, de forma extraordinaria, un importante número de fallecimientos directamente relacionados con las altas temperaturas sumadas semanas atrás. Y, para colmo, además de las particularidades climáticas, se dan cierres de parques y talas de arbolado. Muchas y sonoras talas.
Me duele mucho que Sevilla esté en ese ranking y sobre todo a pocas horas de que se perpetúe una nueva tala. Se trata del centenario Ficus macrophylla que fue a parar al compás de la Iglesia de San Jacinto y del que se viene hablando mucho y arreglando nada. En San Jacinto hemos estado buceando ante la incomprensión y obstinación más absoluta por parte de la propiedad. Más empatía encontramos en Parques y Jardines, pero la realidad es que sus viejos cimales pronto serán seccionados porque la iglesia ha solicitado su tala, el Ayuntamiento la ha concedido y la Delegación de Cultura ha dado el visto bueno, con lo cual el Ficus está sentenciado, sin más oportunidad, esperando el día.
El árbol está mermado por anteriores malas praxis, sin embargo, su edad, ser un hito verde en Triana y los beneficios ecosistémicos que ofrece, es motivo más que suficiente para que opte a seguir presente en ese lugar. Desde Amja hemos ofrecido y facilitado gratuitamente técnicos de reconocido prestigio para arrojar luz al conflicto del que sabemos de antemano que, con su intervención, se garantizaría la pervivencia del ejemplar en unos parámetros viables, algo que de igual forma ya sabían. Creo que la administración pública tendría que haber hecho más y mejor. No está el ayuntamiento para florituras con el arbolado público y es insoportable, con la que nos cae, la nula cintura que viene mostrando y que con el Ficus de San Jacinto, se vuelve a coronar. Curiosamente, en unos días, hace cinco años desde que, en una rocambolesca operación para la tala de las palmeras de Parlamento de Andalucía, Amja se personó denunciando una actuación totalmente incorrecta y carente de la menor seriedad.
Tal y como leía ayer de José Lindo de ClimateTrade: “Las olas de calor se pueden y se deben mitigar” y termina señalando: “hay que parar de reemplazar la vegetación por cemento y plantar más árboles en las ciudades”.
Sevilla, como en cualquier otra ciudad en la que se trabaje de espaldas a la técnica, debe saber que la arboricultura moderna depara soluciones serias a problemas complejos. Lo hacen en Málaga, en Cádiz, en Huelva, … No podemos permitirnos perder más árboles en las ciudades. La salud nos lo agradecerá, pero “Qué le digo yo a Sevilla que no le haya dicho nadie…”