“El verde deber ser tratado por quienes saben de verde…Este sector no puede ni debe ser subestimado una vez más creándole una nueva vía de fuga de trabajo que tendría un alto coste para nuestro ecosistema urbano y su biodiversidad“
Diversas agencias y algún que otro medio escrito vienen aireando los planes del Gobierno de acompañar la concesión del ingreso mínimo vital con la realización de trabajos para la comunidad. Trabajos que van desde “tareas de jardinería” y limpieza de calles a las de reforestación…
Si ya de por sí el sector de la jardinería, y la Pyme en particular, viene sufriendo problemas estructurales que tienen por base de acción la deslealtad y la competencia desde tiempos de María Castaña, esta elucubración puede ser la puntilla para un gremio sufrido y ahora vilipendiado.
A los legisladores y gobernantes hemos de ponerles en el antecedente de que nuestro sector viene trabajando contra corriente desde hace años, sometidos por un convenio colectivo que no nos representa y que, diseñado por los grandes grupos empresariales, daña y limita la actividad de un tejido necesario en su cercanía y profesionalidad. A este injusto y perjudicial documento laboral, hemos de sumar una competencia desleal oficializada gigantesca, que se ha ordenado en torno a la economía social, que tiene como núcleo a los centros especiales de empleo que ya también despliegan los grandes grupos empresariales. Con ello y con toda la caterva de furtivos e ilegales, se han desatado todas las hostilidades posibles y que tienen como fruto en vez de un espacio o mercado competencial lógico y ordenado, la banalización del oficio y un empeoramiento claro de la calidad de los servicios por una menor deontología. Y es que, tomando como base unos precios adulterados que tienen a la subvención como fondo de un mal que, más pronto que tarde, nos traerá dolor de cabeza a todos, el “oficio de jardinero”, se articula de forma rápida y sin la menor consideración profesional allá donde el arrojo del administrador de fincas, el propietario residencial u otros, necesitan de un “manitas en lo verde” que, de forma pecuniaria muy somera, les alegre sus economías. Todo un desaguisado al que, sin ser nuevo en muchos pueblos andaluces donde los alcaldes con motosierras y corta setos en mano reparten quincenas para gloria de la peor cultura jardinera, se le puede sumar ahora una nueva entrada de trabajadores sin rigor, capacitación y lo peor aún, restando espacio al trabajo cualificado y dañando aún más el sensible espacio empresarial que nos une. La implementación de la medida tendrá una argumentación jurídica y social coherente, pero lamentablemente, de nuevo, este sector sufrirá.
Ahora precisamente, con todas las alarmas medioambientales encendidas y con los organismos internacionales ordenando afrontar urgentemente los retos del cambio climático y de la conservación de la biodiversidad a través de una nueva economía en verde, se ha de comenzar a desplegar todo el poderío y conocimiento que aglutinamos, en el armado de una capacidad y resiliencia que se nos demanda para mitigar y paliar las perniciosas condiciones climáticas que nos amenazan y, que en esta última década no han dejado de arrojar anomalías. Por ello, en medio de una catarsis pandémica sin precedentes, sólo los profesionales, soló las empresas que cotizan y lo hacen bajo un CNAE profesional, están llamadas y capacitadas para emprender y dar lo mejor de sí en una acción rápida que lo que menos necesita son chapuzas.
La modulación de la medida, desde el entendimiento más sensato, es necesaria dando a todos su escenario lógico. Este sector no puede ni debe ser subestimado una vez más creándole una nueva vía de fuga de trabajo que tendría un alto coste para nuestro ecosistema urbano y su biodiversidad. Así, ceñir en todo caso a estos trabajadores, a la asunción de labores muy auxiliares, sin manejo de maquinaria u otras herramientas de tratamiento vegetal, no sería una noticia que nos intranquilizara tanto como la que venimos comentando. Por ello, ruego mesura, mucha mesura. El verde deber ser tratado por quienes saben de verde, sin más y un poquito de respeto para este gran oficio. Un jardinero.
Juan Manuel Ruiz Cobos. Presidente de AMJA.