Enhorabuena a esta ciudad y a su equipo técnico que conoce la historia de Málaga y su patrimonio vegetal, lo ama y lo protege para generaciones venideras, porque en eso, precisamente, consiste una buena gestión.
Desde que la familia Heredia traía plantas a Málaga procedentes de lugares remotos, esta ciudad, al igual que su principal coleccionista Amalia Heredia, comenzó a tener un verdadero respeto por las plantas.
Los ficus de Málaga son emblema de la ciudad y ejemplo de una gestión extraordinaria que ahora recae en los titulares de Parques y Jardines de esta administración que quizá sea la más puntera de Andalucía, de España y de Europa.
En la Alameda Principal hay ficus retusa, traído nada menos que desde la India. Este espacio fue inaugurado en 1785, con una extensión mucho menor que la que tiene ahora. Después se amplió esta céntrica avenida y los ficus retusa hicieron una bóveda en la calle, creando un espacio de recreo a la sombra.
En los Jardines Picasso hay otro gran ejemplar de ficus que se ve cuando se circula por el Puente de las Américas. Es un ficus mucronatum de origen australiano con grandes y largas raíces colgantes, que llegan a meterse bajo tierra y vuelven a salir para fijar la planta. Estos jardines eran propiedad de los Larios, y siempre fue conocido como Jardines de la Aurora por la fábrica que allí estaba presente desde 1856, rodeada entre todas estas plantas exóticas. Su nombre cambió por el centenario del nacimiento del pintor malagueño.
El Parque de Málaga es otro lugar de encuentro obligado. Como todo jardín público de esta ciudad, los personajes históricos malagueños tienen su peso en su creación. Cánovas del Castillo fue el primero, ya que aprobó una ley en 1896 para delimitar la zona de los Muelles en el terreno ganado al mar.
A este le siguió el marqués de Larios, que impulsó la creación de este parque para hacer las veces de frontera, y recibió ayuda en su proyecto de arquitectos como Miguel Rivera, Guerrero Strachan, Adolfo Crooke y Joaquín de Rucoba. Una de sus plantas más representativas es la encephalartus laurencianus en la esquina junto a la Aduana. Éste fue un regalo del propio marqués al Parque por su inauguración.