Por José Elías Bonells
“Se está desarrollando una política, a mi modo de ver equivocada, para llevar a cabo una “poda ornamental” intencionada que masacra año tras año los naranjos.“
“Lo único que pido es que a los naranjos plantados los dejen libres que puedan crecen en libertad en nuestras calles y plazas, que puedan ofrecernos todos su beneficios y que sigan siendo el árbol tradicional de toda Andalucía.“
ANTECEDENTES
La naranja amarga no es originaria de Sevilla, proviene de China. En China, el árbol se consideraba afortunado. Cuando el árbol fue traído a España por los marineros genoveses, su afortunada reputación lo siguió. Como resultado, los árabes plantaron extensos campos de naranjos amargos en toda España. El bello aroma que emana de la flor del naranjo amargo, llamada “azahar” por los moriscos, propició los intentos de hacer de Sevilla un centro de producción de perfumes.
Hoy en día, el azahar todavía se usa ampliamente en la elaboración de perfumes y todavía se deriva de la naranja amarga. Aunque en la actualidad los componentes de los naranjos amargos se utilizan en perfumes, bebidas alcohólicas y mermeladas y últimamente para generar energía, originalmente se utilizaban exclusivamente con fines medicinales.
“El naranjo era respetado, el ciudadano lo consideraba como una representación del carácter andaluz.”
De hecho, recientemente ha vuelto a destacar el carácter medicinal de las naranjas amargas. La cáscara, la flor, la hoja, la fruta y el jugo del naranjo amargo se pueden utilizar con fines médicos. El aceite de naranja amarga se produce a partir de la piel y la flor. Este extracto se utiliza para adelgazar o calmar las náuseas y también como ejercicio que es similar a la efedra. Teniendo sus pros y sus contras.
La plantación de naranjos en las calles se convirtió durante muchos años en una tradición en los jardines, plazas y calles de casi toda Andalucía.
Desde los primeros naranjos plantados en el Patio de la Mezquita de Córdoba los plantados el Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla y los de los históricos de los Reales Alcázares, el naranjo siempre ha acompañado el desarrollo urbanístico de los pueblos y ciudades, nos los encontramos como símbolo de la cultura hispanomusulmana en los jardines históricos de toda la región.
Su extensión a plantaciones urbanas se deriva de la existencia de muchas huertas de naranjos amargos para explotación agrícola de sus frutos para consumo como mermeladas y sus flores y ramas para extractos de perfumería, lo que hacía que existieran muchos planteles de naranjos amargos en las fincas agrícolas que facilitaban conseguir plantas adecuadas para las calles. Se utilizaron también como portainjertos de las nuevas variedades comerciales, hasta que se descartaron por problemas de transmisión de virus.
Al unísono, los viveros de plantas ornamentales favorecidos por la calidad de las tierras y el clima, cultivaron miles de árboles para las demandas de las plantaciones urbanas para los Ayuntamientos y la expansión de nuevas urbanizaciones, parques y jardines.
El naranjo era respetado, el ciudadano lo consideraba como una representación del carácter andaluz, un árbol emblemático que embelesaba en primavera con abundantes y aromáticas floraciones coincidiendo con sus fiestas primaverales y eran motivo de admiración sus frutos por todos aquellos que nos visitaban.
Era fácil encontrar plantones para los desarrollos urbanos y sus frutos una vez expuestos en el árbol eran cosechados para la producción de mermeladas y otros aprovechamientos en las fábricas conserveras.
Durante muchos años los naranjos han crecido en su forma libre y natural adaptados a su uso como ornamentales, se podaban el mínimo cada cuatro años, en una poda de limpieza y eliminación ramas secas y de alguna que molestara en el ámbito de su espacio aéreo dejando que aportaran los beneficios que se esperaba de ellos, como su ornamentación en las calles y plazas, que ofrecieran sombra y frescor en el cálido verano, que mejoraran la calidad del aire por el hecho de generar oxígeno y contribuyeran a la retención de gases y partículas contaminantes y al propio CO 2,que tanto ahora nos preocupa.
LA PODA QUE SE IMPONE POR “MODA”
Ante la previsión científica del cambio climático a nivel europeo, las políticas medioambientales sobre el arbolado es “Menos podas y más salud para los arboles”. Se aconseja dejar crecer los árboles libremente de forma natural donde hayan sido bien plantados. Mantener los árboles más fuertes y resistentes libres de plagas, de insectos y de hongos es el plan.
“Se está desarrollando una política, a mi modo de ver equivocada, para llevar a cabo una “poda ornamental” intencionada que masacra año tras año los naranjos.“
La estructura del árbol es el resultado del equilibrio de los procesos de crecimiento y restricciones externas ejercidas por el entorno donde está plantado. El naranjo posee un modelo arquitectural con una expresión única que conserva toda su vida. Pero los hechos nos demuestran todo lo contrario, se está desarrollando una política, a mi modo de ver equivocada, donde imperan las razones económicas, para llevar a cabo una “poda ornamental” intencionada que masacra año tras año los naranjos.
Y me explico: En algunas ciudades estas actuaciones desproporcionadas sobre los naranjos, no siempre realizadas en épocas oportunas para la biología del árbol, socavan la salud de los árboles a los que se les practica y terminan provocándoles heridas que estos tienen que cicatrizar para evitar infecciones, cada herida que se produce es una entrada de hongos que pueden facilitar la aparición de plagas y enfermedades.
Los recortes, de los que no me atrevo a llamar podas, se suceden año tras año de forma generalizada, en calles donde se justifica por falta de espacio aéreo para el desarrollo del árbol, en calles que nunca debían de haber sido plantados. En otras calles históricas con naranjos casi centenarios, se han reducido las copas de los naranjos a simples “Chupa Chups” y que me perdone la marca por citarla, pero es esto un palo y una bola artificiosamente conseguida cortando ramas de todos los grosores.
Cuando un árbol está sometido a este “stress” responde con todos los mecanismos emergentes que dispone con la emisión de nuevos rebrotes conocidos como “chupones“, ahora en la arboricultura moderna “suplentes“, porque intentan ocupar el lugar de las estructuras dañadas por el traumatismo.
El conocimiento de las leyes que regulan la estructura de los árboles se convierte en el fundamento sólido de las técnicas de poda aplicadas a la arboricultura.
A estos ejemplares se les da una forma redondeada o esférica, «que no solo cumple criterios estéticos, sino también permite el paso de las personas por debajo o junto a ellos sin que haya ningún tipo de incidencia», replica un Consistorio. ¿Cómo que nunca las personas habían pasado debajo de los naranjos?
Hay técnicas de poda periódica que cuando se emplean deben su hecho desde la formación, mantenerlos toda la vida y repetirlas cada año (cabezas de gato, marquesinas entrelazadas, podas geométricas etc.…) pero este no es el caso.
¿PORQUE HEMOS LLEGADO A ESTA SITUACIÓN?
Aquí no podemos achacarlo a la herencia recibida. Los naranjos, actualmente, están sometidos a estos recortes por técnicos progresistas que, supongo, están de acuerdo con estas prácticas ya que las autorizan y las apoyan y cuyo fin no es biológico sino solo económico.
En casos que conozco, los naranjos han dejado de ser mantenidos por las plantillas municipales en muchos casos y el fruto se ha quedado sin recoger por problemas laborales a los cuales no entro y han aparecido las contratas con obligación de podar y recoger los frutos de los naranjos según figura en los Pliegos de Condiciones Técnicas específicas de la adjudicación de los trabajos a las que han tenido que hacer bajas temerarias en algunas ocasiones para alcanzar las adjudicaciones. El problema se convierte en un problema económico, el precio justo de la poda y la recogida de fruto no lo alcanza el contratista con los precios ofertados, como solución derivar el recorte como una poda y una recogida de fruto a la vez por interés de la contrata, no del árbol que es sometido a tal disparate.
Al recortar el árbol, en este caso el naranjo, pierde parte de su floración y, por tanto, de su fructificación, emitiendo estresantes chupones en las ramas en donde se han efectuado los cortes. Entonces entramos en este “dialogo de tontos”: tú me cortas, yo emito chupones. Y así cada año: yo cada vez más envejecido y tú más afortunado con tus beneficios. Da igual si invaden fachadas o si disponen de espacio para desarrollarse.
Este sistema se genera cada año sobre el naranjo. Someterlos a una poda no consiste en cortar ramas sino mantener la estructura del árbol y conocer la respuesta que nos va a dar a estos recortes a que les estamos sometiendo.
Los árboles, como las personas, por propia naturaleza tienen sus límites de crecimiento según el lugar donde han sido plantados. En los pueblos y en las ciudades, no son lugar propicio para un desarrollo normal, tienen sus limitaciones y las debemos tener en cuenta para que los naranjos cumplan sus fines en la vía pública, que no son precisamente la producción de frutos.
Lo más llamativo es que los recortes en los naranjos se han ido reproduciendo por toda Andalucía como una plaga, no hay Ayuntamiento que no presuma de tenerlos más redondos, más sometidos. Las malas teorías se aprenden antes que las buenas políticas de mantenimiento. Cada gobierno del Consistorio decide qué tipo de tratamiento hay que realizar y los jardineros, cuando se les consulta, dicen que hacen lo que les mandan, no estando de acuerdo la mayoría de ellos de tales salvajadas.
Podríamos señalar pueblos y ciudades donde ésta “cultura del árbol” se realiza, pero esta no es nuestra intención, solo con haber expresado mi opinión en estas letras me vale. Piensen, mediten lo que están haciendo, justifiquen sus decisiones, no me valen las económicas, a las palmeras les tenemos que eliminar los frutos todos los años y cuestan más dinero. Los árboles deben ser formados hasta su desarrollo y cuestan dinero y así sucesivamente.
Lo único que pido es que a los naranjos plantados los dejen libres que puedan crecen en libertad en nuestras calles y plazas, que puedan ofrecernos todos su beneficios y que sigan siendo el árbol tradicional de toda Andalucía.