Tenemos tanta información, la mayoría sin orden ni concierto y sintetizada al máximo, que a veces los argumentos se religan y contradicen. Los intereses comerciales hacen mucho para lanzar noticias impactantes sobre lo que consumir o no, sin atender a criterios científicos, o lo que es peor, comprando a científicos que avalen estos intereses.
Pero ¿qué es lo verde? Se llaman energías verdes a aquellas que no producen residuos contaminantes o dañinos para el planeta y para la salud, pero es que resulta que todas estas energías, ni son verdes, ni dejan de afectar al planeta. Entiendo que verde, es aquello que tiene clorofila y por lo tanto proviene de las plantas. Lógicamente, el principal problema es que somos muchos habitantes, muchísimos, y tenemos necesidades que cubrir que requieren de energías de forma continua.
No hace muchos años, en la planificación de ampliación de ciudades, un espacio verde era simplemente un porcentaje establecido en donde no se construía, eso sí, se aprovechaba para acopiar cascotes de ladrillos, cementos, plásticos de tuberías, poliuretano y vertidos varios. En algunos casos lo aplanaban con una máquina y lo rellenaban con albero. Al cabo de los meses, una vez habitadas las viviendas, se decidía realizar una “zona verde” y en ese suelo se plantaban árboles.
Pienso que hemos avanzado y que la sociedad y los gestores saben que existe un calentamiento global y que en las ciudades se crean islas de calor que afectan a la salud de la población y que esto se puede combatir con infraestructuras verdes, creando conectividad de espacios, minimizando las altas temperaturas estivales y otros beneficios ecosistémicos que aporta la vegetación.
Sin embargo, necesitamos trabajar más porque todavía se planifica en función de lo gris, de la infraestructura constructiva y no desde la verde. Debe primar la renaturalización de las ciudades y sobre todo en Andalucía, en donde el aumento de temperatura es preocupante. Según el diario El País “Los dos pueblos con las temperaturas más altas de la historia apenas tienen árboles en sus calles”: Los vecinos cordobeses de La Rambla, que alcanzó 47,6 grados, y Montoro, con 47,4, sufren en sus tórridos veranos el sol directo al salir de casa. El Granado (Huelva) con 46, récord en junio, tampoco tiene casi vegetación.
El mito del Almocafre
Donde hay pavimento no hay suelo y donde no hay suelo no hay vida. Las ciudades están demasiado pavimentadas. No vemos, ni olemos ni pisamos tierra. La tierra y los árboles nos ensucian las calles y todo debe estar limpio y ese exceso de limpieza nos está matando. Ya hay muchas ciudades que empiezan a despavimentar y dejar el suelo libre, para que la ciudad respire, absorba el agua y evite inundaciones.
Los jardines actuales son mantenidos con maquinaria que recortan, podan, desbrozan y soplan las hojas y la tierra de los parterres queda dura y compactada, casi pétrea. Quizá sea una utopía, pero ¿ha quedado de chascar o cavar la tierra para que se aireé? Para ello se usaba la azada y el almocafre (una hermosa herramienta para las plantas más pequeñas y que en AMJA utilizamos como galardón del Premio Ibn Luyun).
Ya sabemos que plantando árboles no vamos a conseguir parar lo que se nos avecina, hay toda una batería de actuaciones que nos anuncian en cada cumbre medioambiental, pero podremos aminorar los efectos de nuestro día a día.
La falta de valoración de los profesionales del verde, que tanto reivindicamos desde esta Asociación, tiene mucho que ver en la mala utilización de la palabra verde. La no formación de jardineros, la contratación de megaempresas que hacen de todo, rápido y a costes que no responden a la realidad (Se pueden gastar miles de millones en edificaciones, pero en espacios verdes hay que ahorrar) …
Pues lo verde son las plantas y por tanto los jardines, los parques, las zonas verdes, los espacios verdes y la infraestructura verde urbana. Eso es lo que necesitamos en nuestras ciudades para poder vivir.
En fin, como dijo Cervantes en el Quijote y por ser optimistas “Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.”
Aurora Baena Luque. Gerente de Amja.
