Según la ONU, el mundo tiene la oportunidad de recuperarse construyendo ciudades más resilientes, inclusivas y sostenibles. Los billones de dólares que probablemente se invertirán tras la pandemia, podrían acelerar tales desarrollos.
Fuente: Semana Sostenible
La densidad poblacional ha ido en alza durante los últimos años en las grandes urbes. El 55 por ciento de la población mundial está concentrado en las ciudades, una de las razones por las cuales alrededor del 90 por ciento de los casos reportados por covid-19 está en estos lugares.
La proyección es que a 2050, ese porcentaje de la población mundial llegue a 70, es decir, que de cada 100 personas, 70 habitarán en estas grandes urbes. Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), advierte que esta proyección supone grandes retos, pues se empleará un 80 por ciento más de energía en 2050, lo que intensificará el climático debido a un incremento en las emisiones de CO2. Según la Ocde, esto generará pérdida de biodiversidad, menos porcentaje de agua dulce y mayor contaminación del aire.
Pero, según la Organización de Naciones Unidas, es precisamente en las ciudades en donde se puede ganar la batalla si el mundo quiere alcanzar una recuperación verde una vez superada la pandemia. Su papel será fundamental en el desarrollo de negocios verdes, la adopción de sistemas que ayuden a mitigar el cambio climático y en la reducción de los niveles de contaminación.
Según el secretario general de la ONU, António Guterres, las urbes son la cuna de ideas innovadoras y donde se están creando técnicas para mitigar la crisis generada por el calentamiento, reducir las emisiones, hacer un uso adecuado de los recursos y prevenir la pérdida de biodiversidad.
Antes de la covid-19, muchas ciudades ya habían adoptado la agricultura urbana, la movilidad eléctrica, el transporte no motorizado y estaban explorando edificios de cero emisiones, energía distrital, sistemas descentralizados de energía renovable, soluciones basadas en la naturaleza y proyectos de renovación.
Urbes verdas, una de las mejores formas de emprender la recuperación luego de la pandemia. Foto: DW
“Al responder ante la pandemia y trabajar por la recuperación, volvemos los ojos hacia nuestras ciudades y vemos en ellas centros de comunidad, innovación humana e ingenio”, dijo Guterres. En su concepto, ahora el mundo tiene la oportunidad de recuperarse y mejorar construyendo ciudades más resilientes, inclusivas y sostenibles y los billones de dólares que probablemente se invertirán en los paquetes de recuperación pospandemia pueden acelerar tales desarrollos.
Le recomendamos: Urbes verdes: necesitamos más que nunca árboles en las ciudades
El proceso de recuperación brinda la oportunidad de construir economías preparadas para el futuro: que las ciudades limpien su aire, reverdezcan sus espacios abiertos y adopten soluciones que ayuden a descarbonizar y reducir el uso de recursos, mientras se crean nuevos empleos.
“Al centrarse en una gran transformación ecológica y en la creación de empleo, las medidas de estímulo pueden conducir el crecimiento hacia una senda resiliente de bajas emisiones de carbono y promover los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, añadió el funcionario.
Sufriendo las consecuencias
Es claro que se trata de una necesidad apremiante, pues la pandemia centra la atención actual, pero la crisis climática no se detiene. Una prueba de ello, por ejemplo, es que las ciudades costeras ya están enfrentando inundaciones devastadoras, erosión, aumento del nivel del mar y fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el cambio climático.
Las grandes urbes también sufren temperaturas más altas que las áreas rurales. Hoy, alrededor de 200 millones de personas en más de 350 urbes viven con temperaturas de verano de más de 35°C. “Todos estos factores plantean serias amenazas para la salud y los medios de vida de las personas y para nuestras economías en general”, aseveró Guterres.
Las ciudades son vulnerables al cambio climático y también son fuente de 75 por ciento de las emisiones mundiales de dióxido de carbono. Esto significa que la llave para una transición descarbonizada está en manos de los mandatarios regionales y locales.
La movilidad sostenible es clave como medida para ayudar a reducir las emisiones contaminantes.
Según datos de la ONU, 70 grandes ciudades, donde habitan 425 millones de personas, se han comprometido con la neutralidad de carbono para 2050, pero se requiere que los compromisos globales en torno a la reducción de emisiones se quintupliquen para limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C.
Ejemplos a seguir
La ONU destaca ejemplos de ciudades que han venido trabajando en el desarrollo de iniciativas sostenibles. En Medellín, se han adoptado soluciones de enfriamiento basadas en la naturaleza a través de su proyecto “Corredores Verdes”, con el que se transformaron 18 calles y 12 vías fluviales en exuberantes y verdes paraísos de sombra fresca. Este proyecto ha reducido la temperatura de la ciudad entre 2 y 3°C, al tiempo que mejora la calidad del aire y protege la biodiversidad.
El Parque Centenario de la Universidad Chulalongkorn, en Bangkok, es otro ejemplo de estrategias basadas en la naturaleza para hacer frente a desafíos de salud, resiliencia urbana y clima. El diseño innovador del parque reduce el riesgo de inundación al absorber y almacenar agua, que luego se utiliza para el riego en la estación seca.No cabe duda de que los paquetes de estímulo poscovid-19 podrían apoyar la transición de las ciudades a la descarbonización. La inversión urbana puede promover ciudades compactas, integradas y de uso mixto que reducen la distancia entre los lugares de trabajo y los de residencia.
La regeneración de espacios verdes, repensar la movilidad urbana, promover el transporte público y no motorizado e invertir en la modernización de edificios para reducir las desigualdades, ayudará a mejorar el bienestar y crear más puestos de trabajo después de la pandemia.