Más del 80% del sector advierte de que perder espacios con árboles y arbustos tendría efectos graves para la salud, la economía y el medio ambiente.
Fuente: El Periódico. Guillem Costa
La sequía obliga a reducir el riego en las zonas verdes de pueblos y ciudades. Esta restricción abre una brecha entre la difícil gestión del agua y la mitigación del cambio climático. Está demostrado que ciertas áreas verdes, con flora autóctona plantada, ayudan a frenar las olas de calor y actúan como refugios frente a las altas temperaturas. Además, durante la pandemia se evidenció la importancia de estos espacios para la salud física y mental. ¿Quién no agradece tener una área llena de árboles, arbustos y pájaros a pocos minutos de casa?
El problema es que muchos de estos rincones han quedado desdibujados en los últimos meses. Actualmente, con la preemergencia por sequía declarada en las cuencas del Ter y el Llobregat, se permite solo el riego de supervivencia de árboles y arbustos. Cuando se declare la emergencia, la peor fase del plan especial de sequía prevista, los gremios de jardineros exigen que se mantengan estas condiciones. Inicialmente, estaba estipulado que el riego de supervivencia solo se podría realizar para árboles monumentales. Sin embargo, el Govern anunció ciertos matices y aseguró que toleraría el riego de todo tipo de árboles para mantenerlos con vida, puesto que, a medio plazo, podía ser peor el remedio que la enfermedad.
En las últimas horas, más del 80% del sector ha firmado un Manifiesto que reclama mantener no solo el riego de árboles sino también el de los arbustos cuando se declare la emergencia. El escrito conjunto lo apoyan 24 asociaciones de jardineros, trabajadores de espacios verdes y profesionales forestales y está impulsado la entidad Fundació de la Jardineria i el Paisatge, dirigida por David M. Gómez, quien se muestra preocupado: «En 2008 ya tuvimos problemas. Ahora necesitamos que los dirigentes organicen un buen plan para ahorrar agua que no pase por sacrificar estos espacios verdes esenciales. Y necesitamos que se apruebe oficialmente el matiz que permita seguir salvando a los árboles».
«Es indispensable mantener el riego de supervivencia en las zonas verdes públicas y privadas», afirma. ¿Y por qué lo defienden también en zonas privadas? «Son pequeños oasis de biodiversidad».
«Se trata de oasis de biodiversidad, claves para luchar contra la crisis climática», dicen.
pulmones claves para luchar contra la crisis climática. No nos podemos permitir que mueran», añade. Se podría cuestionar esta petición ante el hecho de que estos jardines son artificiales. Sin embargo, los jardineros insisten en que también lo son las ciudades, construidas por el hombre: «Europa está poniendo el foco en la importancia de mantener infraestructuras verdes. Perderlas va en la línea contraria y hace peligrar el bienestar de las personas en pueblos y ciudades». En concreto, los fondos Next Generation han apoyado con más de 500 millones de euros la restauración de ecosistemas y infraestructuras verdes.
Lo que exigen es que se mantengan, sin tocar una sola coma, las condiciones vigentes a día de hoy, en fase de preemergencia. Es decir, que se permita regar árboles y plantas para mantenerlas con vida y que se prolongue la prohibición de regar el césped: «No podemos ver el consumo de agua para el riego como un dispendio perdido, sino como una inversión imprescindible».
El manifiesto pone encima de la mesa tres razones principales para argumentar sus demandas: las sociales, las ambientales y las económicas. Estas últimas, señalan, también son importantes, puesto que muchos jardineros corren el riesgo de quedarse sin empleo. Denuncian que algunos ya han notado una reducción del trabajo, con las medidas impuestas desde la fase de excepcionalidad, que empezó en febrero de 2023.
Agua potable
El reto es conseguir que este riego que reclama el sector no se realice con agua potable. Ahora, en Barcelona, por ejemplo, se usa agua del grifo para el 80% de la superficie regada. «Es evidente que se han optimizado los procesos y se ha mejorado en la gestión del agua, pero todavía hay margen para buscar fuentes alternativas que eviten el uso de agua potable en plena sequía», reconoce Gómez.