Estas infraestructuras son una estrategia eficaz y natural para mejorar la gestión hídrica en las urbes, ya que reducen el impacto de las lluvias intensas y previenen la erosión del suelo.
Fuente: Sonia Recio. Redactora Freelance
En los últimos años, España —y el mundo en general— ha experimentado un aumento notable en la frecuencia e intensidad de episodios de lluvias torrenciales, unos fenómenos atmosféricos que están vinculados directamente al cambio climático. Episodios como la gota fría o dana provocan inundaciones y aceleran la degradación del terreno, poniendo en evidencia la necesidad urgente de soluciones sostenibles. En este contexto, los jardines de lluvia se presentan como una de las alternativas más accesibles y eficientes. Son espacios diseñados para captar y filtrar el agua pluvial procedente de tejados, aceras o calles. Reduce así la presión sobre los sistemas de drenaje y el riesgo de inundaciones urbanas. Conoce más acerca de esta propuesta y de cómo hacer una en tu casa.
¿Qué es un jardín de lluvia?
Un jardín de lluvia es una pequeña depresión ajardinada que actúa como un sistema natural para ralentizar la escorrentía del agua proveniente de superficies impermeables, como tejados, aceras o calles. Así, esta se infiltra lentamente en el suelo, en lugar de llegar rápidamente a alcantarillas o cauces naturales. Los jardines de lluvia ayudan a prevenir la erosión, reducir contaminantes y minimizar riesgos de desbordamientos.
Su estructura combina capas de sustrato permeable —tierra absorbente, arena y mantillo— con vegetación autóctona con capacidad para soportar periodos alternantes de sequía e inundación. Estas plantas también filtran contaminantes presentes en el agua, mejoran su calidad y favorecen la biodiversidad urbana.
Beneficios de los jardines de lluvia
Entre las principales ventajas de los jardines de lluvia destacan las siguientes:
- Prevención de inundaciones. Absorben grandes volúmenes de agua en poco tiempo, por lo que evitan acumulaciones en calles y viviendas y protegen espacios públicos.
- Reducción de la escorrentía y la erosión del suelo. Al captar el agua de lluvia y favorecer su infiltración, disminuye el caudal que circula por la superficie. Esto previene la erosión, evita la pérdida de nutrientes y mejora la estabilidad y fertilidad del terreno.
- Filtración de contaminantes. Funcionan como sistemas naturales que retienen sedimentos, fertilizantes, pesticidas, aceites y bacterias, mejorando la calidad del agua antes de que alcance ríos o lagos.
- Recarga los acuíferos subterráneos. Permiten que el agua penetre en capas más profundas, reforzando las reservas de agua subterránea y aumentando la resiliencia frente a periodos de sequía.
- Fomento de la biodiversidad urbana. El uso de especies vegetales autóctonas convierte estos espacios en refugios para abejas, mariposas, aves y pequeños mamíferos, lo que enriquece la vida silvestre en entornos urbanos.
- Mitigación del efecto isla de calor. La vegetación y la humedad que generan contribuyen a refrescar el ambiente, mejorar la calidad del aire y reducir las temperaturas en áreas densamente edificadas.
- Valor paisajístico y social. Además de embellecer el entorno, crean espacios de encuentro y aprendizaje sobre gestión sostenible del agua, promoviendo la conciencia ambiental.
Ejemplos de jardines de lluvia urbanos
Los jardines de lluvia han dejado de ser una propuesta innovadora para convertirse en una realidad en muchas ciudades.
En Madrid, por ejemplo, se han instalado en el Parque Lineal del Manzanares como parte de la infraestructura verde para gestionar el agua de lluvia y mejorar la biodiversidad. Copenhague (Dinamarca) es un referente en infraestructura verde y gestión hídrica, ya que integra jardines de lluvia en calles y parques como parte de su plan Cloudburst Management. En los Países Bajos, Rotterdam apuesta por el modelo de “ciudad esponja”, mientras Ámsterdam incorpora techos verdes y sistemas de captación para reutilizar el agua.
Fuera de Europa, Estados Unidos destaca por su ambicioso despliegue de jardines de lluvia. En Nueva York, se han construido más de 10.000 desde 2010, especialmente en barrios con escasa vegetación y alta incidencia de enfermedades respiratorias. Y en Los Ángeles se están desarrollando proyectos enfocados a la conservación del agua y de la biodiversidad.
Cómo crear un jardín de lluvia
Aunque suelen asociarse a espacios públicos, los jardines de lluvia también pueden instalarse en terrenos privados. Son particularmente efectivos en zonas donde el agua se acumula tras las lluvias o hay riesgo de inundación.
Antes de construir uno, es fundamental comprobar que el suelo permite una buena infiltración. Si no es así, puede mejorarse con capas de arena, grava y compost. Conviene ubicarlos lejos de cimientos y superficies pavimentadas.
Plantas, arbustos y árboles
La elección de plantas también es clave: deben ser autóctonas, resistentes tanto a la humedad como a la sequía, con raíces profundas y adaptadas al clima local. Esto garantiza un buen funcionamiento y favorece la biodiversidad. Algunas especies recomendadas en España son:
- Gramíneas ornamentales: cola de zorra, pasto plateado o festuca azul.
- Plantas de porte herbáceo: juncos, lirios amarillos, cola de caballo (similar al bambú).
- Arbustos resistentes: hibisco de pantano o cornejo de ribera.
- Árboles tolerantes a la humedad: sauce o arce rojo.
