CAAE es el primer sello en Europa que certifica más de 60 puntos para garantizar que las arboledas siguen las recomendaciones de los expertos.
“Ciudades para convivir, no para coches, donde la sombra de los árboles mejore la calidad de vida”. José Ángel Navarro, director de certificación de CAAE.
Fuente: Juanele Villanueva. El Español
Las olas de calor ya no son una anécdota estacional, sino un fenómeno cada vez más habitual y peligroso. La emergencia climática ha convertido los espacios verdes en algo más que un lujo estético, son lugares de primera necesidad. Un parque con vegetación y humedad puede marcar la diferencia entre el bienestar y la amenaza para la salud.
Muchos estudios han demostrado que las zonas verdes urbanas son una herramienta eficaz para reducir el efecto isla de calor. Ese fenómeno convierte las ciudades en hornos y las temperaturas sobre el asfalto suben varios grados. Un informe de The Lancet publicado en 2023 cifraba en más de 6.700 las muertes prematuras anuales en Europa, y estimaba que se podrían evitar hasta un 30% de ellas.
Pero no basta con llenar de hojas verdes y frescas las ciudades. Un parque mal diseñado, con especies inadecuadas que se pueden convertir en invasoras, un césped que exige un gasto hídrico insostenible o el mantenimiento basado en productos químicos y contaminantes es un greenwashing de manual.
En sectores como la alimentación o la cosmética, las certificaciones ecológicas son un sello de garantía. Ahora, esta lógica ha llegado también al mundo de los parques y jardines. En España, la entidad CAAE ha creado una norma pionera en Europa que reconoce a las zonas verdes gestionadas bajo estrictos criterios medioambientales.
José Ángel Navarro, director de certificación de CAAE, explica que los parques no deben ser espacios inertes: “Desde el inicio del siglo XXI las personas quieren encontrarse con ciudades para convivir, no para coches, donde la sombra de los árboles mejore la calidad de vida y donde se pueda respirar”.
La organización tiene presencia en varios países de Latinoamérica, y ha comenzado a aplicar esta norma en espacios públicos y privados en España. “El objetivo es convertir estos espacios en lugares saludables, sostenibles y resilientes“, añade Navarro.
Para obtener el distintivo de ‘Espacio Ecosostenible’, un parque debe cumplir con más de 60 requisitos entre los que cuentan el uso exclusivo de agua reciclada para el riego hasta la eliminación de productos químicos, mobiliario de bajo impacto, la protección de la fauna autóctona o incluso las condiciones laborales de los trabajadores que lo mantienen.
Ayuntamientos y empresas
Alejandro Santiago, conservador del Jardín Botánico Castilla-La Mancha en Albacete, que recientemente ha conseguido este distintivo, explica que “la premisa fundamental es que si queremos recrear un hábitat de manera fiel no hay otra manera de hacerlo que desde lo ecológico”. Los espacios acreditados se convierten en puntos de encuentro para la ciudadanía y en motores de biodiversidad urbana.
Las especies autóctonas no solo reducen el consumo de agua y el mantenimiento, sino que permiten la creación de hábitats que benefician a múltiples especies, desde insectos polinizadores hasta aves o pequeños mamíferos.
El experto detalla que en estos espacios se observa todo el ciclo: “Vemos insectos como el pulgón en una planta; y explicamos al visitante que no es una plaga, sino que obedece a un plan concreto“. El Jardín Botánico hace especial inciso en la labor divulgativa con la que buscan acercarse a la sociedad.
La certificación tiene tres niveles. Sostenible básico, cuando se cumplen los requisitos mínimos; Ecológico, cuando se eliminan químicos y se optimizan recursos; y Ecosostenible de Excelencia, cuando se mejora activamente el entorno. El centro comercial Plaza Mayor en Málaga cumplió con ese nivel superior.
Faltan (buenos) parques
Ayuso afirmó en 2021 que “Madrid es la capital europea con más árboles”. Y no mentía, pero esa estadística incluye El Pardo, un extenso bosque que no refleja la realidad de barrios como Usera o Vallecas. Según datos de Eurostat, España tiene una media de 11 metros cuadrados de zonas verdes por habitante, por debajo de la recomendación de la OMS (15 m²/hab) y muy lejos de ciudades como Viena o Ámsterdam.
Un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona concluyó que si las ciudades europeas aumentaran su cobertura arbórea al 30% podrían reducir en promedio hasta 2,9 °C la temperatura y prevenir un tercio de las muertes por calor. En España, ese margen supone salvar miles de vidas al año.
No se puede esperar lo mismo de un parque en Bilbao que a otro en Almería. “No tiene sentido imponer modelos de jardín que ignoran la climatología y las condiciones del suelo“, insiste Navarro. “En lugar de césped, podemos tener grama resistente, praderas estacionales o jardines con especies mediterráneas. La clave está en el diseño inteligente y la gestión ecológica”.
Frente al avance del cambio climático, los parques no son un lujo, sino una necesidad urgente. No solo regulan el clima urbano, también purifican el aire, mejoran la salud mental, fomentan la cohesión social y sostienen la biodiversidad. Por eso, certificar la sostenibilidad no es una moda, es un paso lógico para garantizar el futuro de nuestras ciudades.
