No es solo prometer plantar árboles: es pensar en verde. Es fundamental que los políticos oigan a los profesionales y científicos de la Infraestructura Verde Urbana. Cualquiera que no lo haga, está en el pasado.
Todavía hay propuestas electorales contrarias a la evidencia, sin atender los necesarios beneficios que el arbolado ofrece a las ciudades. Más de un 70 % de la población vive en grandes ciudades, ciudades que hemos construido pensando en las infraestructuras grises que necesitábamos para la comunicación y la vivienda de millones de personas. Desde hace décadas los científicos constatan que se necesita renaturalizar la ciudad para la salud física y mental de los ciudadanos y ha habido ciudades que lo han conseguido.
La infraestructura verde urbana se considera un elemento clave para mejorar la calidad de vida de los habitantes de las ciudades y es fundamental tanto para mejorar la calidad del aire como para combatir las cada vez más frecuentes olas de calor. Y como tal, los dirigentes de las ciudades son cada vez más conscientes de la necesidad de transformar las urbes a un modelo mucho más sostenible.
En esta tendencia, la regla 3-30-300 creada por Cecil Konijnendijk puede constituirse como un marco ideal de referencia para la remodelación de las ciudades, algo que ya está ocurriendo en la actualidad.
Pero ¿cómo se crea una ciudad verde?
No es solo prometer plantar árboles: es pensar en verde. Es fundamental que los políticos y gestores públicos oigan a los profesionales y científicos de la Infraestructura Verde Urbana.
Es necesario reverdecer las ciudades para minimizar los efectos del calentamiento global que provoca islas de calor en nuestras ciudades, con consecuencias muy nocivas para la salud: golpes de calor, enfermedades respiratorias y problemas de salud mental. Son conceptos hoy en día básicos y fundamentales que deben ser prioritarios en la gestión pública, organizando los departamentos internos de los ayuntamientos de forma transversal, atendiendo y priorizando los criterios medioambientales como base de su organización y no solamente para una sola legislatura sino con consensos a futuro de todas las fuerzas políticas para el bien de la ciudad.
La conservación del patrimonio vegetal, enormemente valioso, la utilización de nuevos conceptos técnicos para las nuevas y necesarias plantaciones de arbolado en las ciudades, con suelos estructurales y planificación urbana, que puedan crear los, tan necesarios, beneficios ecosistémicos que aportan los espacios verdes urbanos. Hacer las ciudades más amables, frescas, conectadas, sociales y saludables, es lo que se consigue con una buena gestión del verde urbano. Pero es que además, las condiciones térmicas de nuestras urbes están viviendo un cambio brutal, para lo cual hay que caminar hacia la adaptación.
La ciencia y los profesionales tienen soluciones y capacidades para hacer estos cambios fundamentales y los necesitamos con urgencia. Los políticos deben apostar por este cambio desde una coyuntura global y multidisciplinar, porque la salud va en ello. Cualquiera que no lo haga, está en el pasado.
Nota: Las fotos son de Nueva York para no herir sensibilidades.