El nuevo modelo de ciudad ha cambiado y en él deben convivir muchos factores contando con equipos multidisciplinares que desarrollen y modifiquen las ciudades para hacerlas más cómodas, amables y seguras.
Ayer se desprendió una gran rama de uno de los ficus de la Plaza de la Encarnación de Sevilla, que afortunadamente no causó daños personales. Esto ha provocado una alarma social sobre la seguridad de la población urbana ante los grandes ejemplares.
A lo largo de la historia la población ha ido realizando cambios en un entorno natural que se ve aumentado en la segunda mitad del siglo XVIII con la revolución industrial y la migración rural a las grandes urbes en donde se centralizaba el trabajo y las oportunidades. Hoy en día más del 70 % de la población vive en ciudades y el diseño de éstas se ha ido realizando según las necesidades, los conocimientos y las tendencias del momento. Sin embargo, hoy en día tenemos que dar la vuelta a la tortilla porque el nuevo modelo de ciudad ha cambiado y en él deben convivir muchos factores y contar con equipos multidisciplinares que desarrollen y modifiquen las ciudades para hacerlas más cómodas, amables y seguras.
Hace unos días, publicábamos un reportaje de los informativos de RTVE, titulado Buscando Sombra, en donde arquitectos e investigadores ponían de manifiesto la enorme función de los grandes ejemplares en las ciudades para combatir las Islas de Calor que se generan y que provocan problemas de salud y mortalidad en la población urbana de Andalucía.
¿Cómo hacer una ciudad verde y segura?
Mucho hay escrito sobre este asunto y no es fácil, pero hay solución y ésta pasa por el estudio, la dedicación de recursos y la participación de expertos en todos los campos que afectan al desarrollo de la ciudad trabajando de forma conjunta. Urbanismo y Parques y Jardines deben trabajar unidos y mejorar la gestión municipal porque tanto los árboles como los edificios están al servicio de los ciudadanos. El conocimiento existe, los profesionales también, la sociedad lo pide y no se puede estar de espaldas a la realidad actual. Hay que eliminar, de una vez por todas, los egos, el afán de grandes construcciones y monumentos “megalíticos” y cambiar el paradigma al igual que lo hacen ya grandes y pequeñas ciudades del mundo y de nuestro país, en donde predominen los proyectos a largo plazo con el fin de mejorar la salud de nuestra sociedad.