A vueltas con la gestión del árbol urbano en Andalucía, resulta que desde el programa formativo que comenzamos haciendo para nuevos profesionales en arboricultura o en otros casos el reciclado o especialización, venimos obteniendo un fantástico y pormenorizado barómetro sobre cómo evoluciona el trato al árbol.
La actividad que convocamos, ya en su segundo ejercicio, ha crecido de forma notoria y hasta el centro de la geografía andaluza se trasladan profesionales en ejercicio, que en sus horas de descanso semanal y asumiendo de su bolsillo los costes de esta formación, siguen con nítido interés unas exposiciones docentes intensivas del máximo nivel. Son jornadas extenuantes que además de la carga lectiva, cuando finalizan en las aulas o en las prácticas, comienzan otra actividad no menos enriquecedora y de la que se ha creado un vínculo que trasciende más allá de la amistad o profesionalidad, que incluso ni los kilómetros o el mar son impedimento para plasmar inquietudes, contrastar dudas o simplemente denunciar erróneas praxis de las que se aprende grupalmente y en este caso a distancia. Les hablo de una experiencia trasformadora de la que soy testigo y en la que se ven llegar trabajadores seguros en sus conocimientos y actuaciones, y que tras un escaso periodo en clase, comienzan a barruntar sobre la complejidad del asunto, su desconocimiento hasta el momento y la gravedad de lo acarreado hasta ahora.
No hay mejor síntesis de esto que les cuento que el texto que nuestra AEA nos ha brindado esta navidad: ARBORICULTURA, una de las profesiones más emocionantes. ¿Porqué? Combina arte, conocimiento, intuición, replanteamiento de paradigmas, reflexión sobre los valores y el sistema, la cultura de hacer las cosas. Se trata de conflictos, consensos… todo en un trabajo. Y “con estas mimbres”. Con estas voluntades e inquietudes, precisamente y dando cabida al refranero, sí se pueden hacer buenos cestos, cestos de conocimiento, cultura y porvenir en un espacio en el que la formación hace la diferencia. No obstante haciendo en ello autocrítica, hemos de focalizar muy bien cómo desde el sector se “compartimenta” y asimila el espacio de las atribuciones y competencias en la gestión del árbol. Está claro que desde un marco, el español, ajeno a una titulación académica específica en arboricultura y en distintos niveles, todo puede valer. Ya constan intromisiones y asunciones de facultades que están muy claramente definidas por la AEA como garante de las certificaciones europeas que expide. Sin embargo, el ansia mercantil o el desconocimiento, lleva a bendecir trabajos y acciones que para nada pueden ser asumidas por quienes se creen competentes para ello. Bien valdrá la pena incidir deontológicamente y que en el mismo sentido, se promueva y difunda con mayor ahínco una “escenografía” de cuáles son las casuísticas posibles en cada caso, es decir: “zapatero a tus zapatos”.
No hay otra creencia en AMJA de que la formación de calidad para mejorar el sector es primordial, y así quienes decidimos en su día dar un paso al frente en su proyección, seguimos encontrando concluyentes para perseverar en una tesis de razón y esperanza para enfrentar un amanecer que, día sí y otro también, trae peticiones, quejas y denuncias hacia propiedades privadas y públicas por auténticas fechorías sobre el patrimonio arbóreo que de nuevo hoy, nos traen hasta aquí. Y más allá de los lugares comunes para, en tolerancia, crecer juntos. La encomienda estatutaria que nos invita hacia las buenasprácticas y la conservación de los bienes verdes se da de bruces con situaciones que entendemos a todas luces imposibles de admitir.
Las imágenes adjuntas, hablan de incultura, incompetencia y, si me lo permiten, hasta de desfachatez. Las palmeras cercenadas en la fachada del Casino de Torrequebrada nos cuentan obras, que por encargo privado y bajo premisas erróneas, encuentran a una colaboradora mercantil que siembra de discordia técnica y a bajos precios una intolerable práctica que se multiplica como moda por toda Andalucía, llegando a establecer modelos a repetir. Y es que, tras la falsa creencia de que para optimizar las frecuencias de poda en las palmeras lo mejor es ser muy intenso, el estrés y daño que se infringe al ejemplar es ingente. Esto ocurre en un ámbito privado que, si bien es cierto que tiene un difícil metabolismo, ya encontramos casos de Administraciones locales que invierten en la gestión correcta del verde urbano y en particular del árbol incluido el privado. En ello nos gustaría acentuar la gestión valiente y en definitiva ejemplar, que lleva a término el Ayuntamiento de Málaga, aquí, imágenes vergonzosas como la poda de la jacaranda situada en el mismísimo Archivo de Indias de Sevilla, sería muy complejo de ver y en todo caso, ésta se tendría que ajustar a la apertura de un importante expediente sancionador.
Algo podía haber detraído de más el famoso Eje Sevilla Málaga que promovía el Alcalde Espadas. Y es que la comparaciones, si ya son complejas hasta el odio, en este caso, y lo siento por Sevilla, mientras de un Alcalde Agrónomo como el de Málaga, que encomienda a un Director que no abunda en el verde hasta su nombramiento, cosecha una gestión más que honrosa y que, en lo relativo a la arboricultura roza lo impecable, en Sevilla, con un Alcalde que además de haber tenido responsabilidades de alto nivel en Medio Ambiente confía a un señor con un amplio bagaje en gestión ambiental y en particular en Parques y jardines, la gestión a todas luces no puede arrojar más sombras. Imágenes de talas insoportables, carencia de información técnica acorde al valioso patrimonio arbóreo que se ha tratado y ahora una reposición con un material vegetal que para nada argumenta una norma técnica convencional.
No hay color en la comparación, los técnicos disponibles en uno y otro sitio, la jerarquía y la argumentación que se practica en los trabajos o la disposición de un Plan Director, marcan de forma acentuada unas diferencias que duelen y que sin duda alguna ponen de manifiesto cual será el futuro inmediato y no tan cercano de la infraestructura verde en estas ciudades, y es que algo separa a estas dos provincias y no son precisamente los kilómetros. Cuando Espadas y de la Torre argumentaban el Eje de desarrollo común, algo debían de haber hablado también para ver como ambas ciudades gestionaban el verde público y en particular el patrimonio arbóreo que deben tutelar. Sevilla en ello y su Director sobre todo, aunque le escueza, habría obtenido mucha sapiencia. Tal y como leía de la Mesa del árbol de la Orotava: “Mal vamos si tenemos que seguir explicando los beneficios de los árboles y también defenderlos de algunos de los que tienen el deber de conservarlos en un entorno urbano”.
Del primer Foro Mundial sobre Bosques Urbanos celebrado en Mantova (Italia) científicos, técnicos y profesionales depositaban en el “Urban forestry” el gran potencial de contención y mitigación sobre los efectos del cambio global que a niveles climáticos, de igual forma nos hemos de acostumbrar y aquí en el mediterráneo especialmente. Las ciudades necesitan de árboles, arboles adultos, que no palos. Árboles que en redes de bosques periféricos, grupos o aislados, se integren en las ciudades para desplegar toda su gama de facultades y beneficios. De esto penderá el cambio de la naturaleza de las ciudades, su salubridad y la felicidad de sus habitantes. Encontramos por tanto en la naturación urbana una excelente solución a la necesidad innata que el hombre precisa de la naturaleza y de otro lado a la vicisitud con que nos encontramos a nivel global. En un corto espacio de doce años hemos de invertir, ya no solo muchos recursos económicos, sino que habrá que hacerlo articulando las mejores metodologías con sus mejores ejecutores para evitar y revertir las perniciosas secuencias que una subida térmica global podrían acarrear.
En ello andamos empeñados desde muchos ámbitos profesionales y asociativos. Queremos aportar los mejores profesionales para planificar, gestionar y tratar la infraestructura verde del futuro pero con sus árboles maduros en la actualidad. Los técnicos necesitan recursos y menos injerencias metodológicas desde la política, la ciencia está disponible para todos los estadios sociales y nos dispone de un conocimiento contemporáneo que hemos de difundir llamando a un amplio abanico de actores sin tampoco caer en el peligroso e interesado recurso del miedo que se difunde con el fragor de las motosierras.
De forma muy planificada el árbol debe configurar la trama urbana de la Ciudad actual, factores de índole arquitectónico, botánico, estético e incluso económico, están llamados a ser evaluados en el objeto de asegurar la pervivencia de un testigo muy longevo que puede asumir perfectamente 200 años de servicio hacia nuestra calidad de vida. Hemos de intentarlo, vamos tarde y como dice el refrán “Árboles y hombres, por su fruto se conocen”.
Juan Manuel Ruiz Cobos
Presidente de AMJA