José Manuel Rodríguez, Presidente del Jurado de Andalucía en Flor: “Este programa consiste en acreditar un verdadero compromiso con el verde, constancia en la práctica, un comportamiento ético y talento“
El pasado viernes tuvo lugar el Acto de Entrega de Galardones de Andalucía en Flor, celebrado en la Casa Colón de Huelva. Tras los agradecimientos a las Autoridades, especialmente a las de la ciudad de Huelva, anfitriona del evento, a los miembros de la Asociación Multisectorial de la Jardinería Andaluza, al resto de miembros del Jurado y a todos los municipios que han participado, José Manuel Rodríguez Pérez, Presidente del Jurado de Andalucía en Flor expone este magnífico discurso que recoge el objeto de este programa y el sentir de los miembros del Jurado que han recorrido Andalucía.
¿SE PUEDE COMPETIR EN LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD?
En los próximos quince minutos, con su permiso, voy a contestarme a esta pregunta que es lo que suelen hacer las personas que habitamos en el Jardín de la Filosofía y practicamos la Filosofía del Jardín (parece lo mismo, pero no lo es) y que, además, por un tiempo, tenemos el honor de formar parte de un jurado como el de Andalucía en Flor y OJA y ejercer de presidente.
Y lo primero de todo para tal fin, pues explicaré la incompatibilidad que existe entre el competir y la esencia intrínseca de los jardines que es la eudemonía o felicidad, será aclarar que Andalucía en Flor no es un programa competitivo o no debiera serlo. Y menos entre municipios, toda vez que no es su filosofía ni lo podría ser en atención a que:
Por una parte, sería casi imposible concretar ni tan siquiera definir teóricamente un campo y un marco de competición justos regidos por la equidad, pues concurrirían jugadores, los municipios, que son básicamente incomparables en todos los sentidos.
Y por otra, esta competencia, ajena a lo poético y a lo verdaderamente emocionante, convertiría este programa en todo lo contrario, en una senda hacia el estrés y la infelicidad y no pretendemos eso, desde luego.
Por eso los fallos del jurado:
- No son correcciones de exámenes o proyectos.
- Ni inspecciones de obra.
- Ni ejercicios de autoridad o expresión del ego de sus integrantes.
- En cambio, sí tienen el propósito de operar como facilitadores de acuerdos internos y externos.
- Servir como herramientas de motivación.
- Y como acicates para la autoconsciencia y el autoconocimiento.
- Consideradas así, las valoraciones del jurado deben, en todo caso y situación, funcionar de forma amable e inequívoca, como fuente de experiencias felices para todos los participantes.
En estas decisiones y valoraciones el jurado se apoya y reconoce un componente subjetivo, que no arbitrario, que asumimos y según el cual sus miembros no pueden evitar impresionarse y emocionarse, por ejemplo, cuando:
- Identifican ideas brillantes.
- Observan acciones cargadas de acierto, pero a la vez de atrevimiento y de innovación, sorteando lo convencional y trillado.
- Estiman la perdurabilidad de estas acciones y no se dejan impresionar por lo efímero y por el lujo superficial.
- Conocen y reconocen al personal formado y su talento y su resolución ante las dificultades que no son pocas.
- Constatan la existencia de planes y de planificación y que en ellos se perfilan y dibujan horizontes y escenarios futuros felices especialmente para ser compartidos y que no responden a la improvisación inexperta o al capricho.
- Sienten y perciben la bondad y el altruismo natural de muchos ciudadanos y ciudadanas que participan y colaboran y pueden ver en sus caras esa clase tan particular de alegría y orgullo que podemos distinguir a la perfección de otros tipos de gozo.
- Aprecian la emergencia de intangibles, resultado de las actuaciones, como la poesía, la magia, el misterio, la alegría, la memoria o la belleza.
En fin, el jurado siente que, tras números, cálculos, gestiones y la dureza de la realidad y el trabajo cotidiano, encuentra personas en las que se agazapa un sincero eco del amor a la Naturaleza.
Pero, para tranquilidad de los que amablemente os prestáis a ser valorados por este jurado, también disponemos de unas herramientas más objetivas: los indicadores y criterios que recientemente actualizamos y que funcionan de forma análoga a un sistema de referencia de coordenadas cartesianas. Efectivamente:
En el eje x, se valora el patrimonio actual de zonas verdes y su estado, y funciona como relato horizontal que se puede leer.
En el eje y, se tiene en cuenta la sostenibilidad de las actuaciones y de la gestión asociada a dicho patrimonio y que puede describirse como un movimiento en vertical que cuando opera separa al relato anterior de la línea baja y pegada al suelo de lo obsoleto y lo estancado.
Y en el eje z, se considera el papel de la ciudadanía, su participación, la educación ambiental y en otros valores desde y hacia las zonas verdes, ensanchando transversalmente el recorrido de lo puramente jardinero y alcanzando entonces los campos de lo social, lo económico y lo cultural.
Y esta conceptualización de carácter más objetivo y formal no puede entenderse si no es enmarcada en un contexto holístico, comprendiendo la naturaleza holográfica de nuestro mundo y a través de una visión ecosistémica de la realidad. Es decir, por ejemplo:
- Primero, no existen fronteras, la Naturaleza sólo entiende y como mucho de ecotonos y de barreras naturales.
- Segundo, es necesario identificar las diferentes escalas a las que funcionan los procesos y relaciones.
- Y tercero, por no extenderme, la consustancial complejidad de la realidad.
- Pero no hay que asustarse, esto, tan aparentemente abstracto, tiene entre infinidad de consecuencias prácticas una en la que este jurado va a hacer especial énfasis en el futuro. El lema es: en lugar de competir la excelencia y la evolución en positivo es colaborar y practicar la simbiosis. Así valoraremos muy especialmente las iniciativas encaminadas a dibujar y luego llevar a la práctica el concepto de jardín dentro de un jardín, dentro de un jardín, dentro de un jardín…Y de esta sazón hasta conseguir componer una brillante y arcádica historia que arrancaría en plazoletas y patios, pasaría por actuaciones fruto de la colaboración entre municipios y terminaría a escala de todo el planeta, abarcando cada una de las situaciones intermedias. La Naturaleza funciona así. Es uno de los retos que nos tiene planteado el cambio climático.
Y una vez efectuadas las valoraciones de los municipios bajo este prisma el jurado asigna un número de flores para cada participante con la sensación, siempre, de haber podido conceder más. Hoy, en este acto, AMJA por medio de sus miembros, colaboradores y personalidades procederá a la entrega de unas banderas en las que se refleja el reconocimiento a los valores y logros acreditados este año, tan difícil y especial en tantos sentidos. Estas telas serigrafiadas no son objetos importantes en sí mismos, pues no son caras -tampoco baratas- sino en tanto en cuanto son expuestas en lugar principal, al atesorar y transmitir numerosos valores que debemos resaltar, entre ellos:
- El reconocimiento y orgullo de valores percibidos y logros alcanzados.
- Un refuerzo de la autoestima de una comunidad de vecinos y vecinas.
- La capacidad de despertar la conciencia sobre dicho patrimonio, pero también el debate constructivo y la participación.
- La acción directa e indirecta, pero siempre eficaz de educación ambiental.
- La potencialidad de complementar otras medidas educativas para prevenir el vandalismo y de motivar el respeto y buen uso de los espacios públicos y entre ellos los más vulnerables como son las zonas verdes.
Por todo ello animamos a exponerlas, ellas mismas o convertidas en señalética.
Una vez finalice el presente acto se abrirá un período, que en esta ocasión será más corto -pues las próximas visitas del jurado se realizarán en primavera- en el que invitamos ya a los municipios a leer, estudiar y valorar los breves informes que remitiremos y en los que se señalarán los retos planteados a la luz de los criterios de valoración para así avanzar en el número de flores obtenidos. También serán para ello de gran utilidad los monográficos que de cada uno de estos criterios se están elaborando para mayor claridad y entendimiento de su alcance y su sustanciación en acciones concretas. En este sentido, el jurado ha considerado proponer a AMJA la ampliación del número de categorías de valoración intercalando entre cada número de flores y el siguiente la consideración de PLUS o SIGNO MÁS. En cualquier caso, todos los municipios participantes han de tener la garantía de que cuentan con la predisposición de los miembros del jurado para aquello que necesiten en términos de aclaraciones y recomendaciones o ideas y, por descontado, con la disponibilidad de AMJA por cuanto concita a numerosas empresas y profesionales que atenderán necesidades de mayor envergadura tanto al nivel de asesoramientos, estudios y redacción de proyectos, como de actuaciones y suministros al amparo de la normativa vigente.
Y todo esto venía porque al principio me permitía plantear lo de competir en la búsqueda de la felicidad. Estaremos de acuerdo en que el objetivo último y primero que explica que nuestra especie se haya empeñado en crear y destruir, destruir y crear jardines -porque somos así de bipolares- es la habilitación de un tercer espacio en el que disponer de un marco físico y mental para procurar y exponerse a experiencias de felicidad ¿cómo se puede competir en eso?
El filósofo especialista en Ética, Frank Alan WALKER es un impulsor contemporáneo de la llamada biofelicidad pues considera que la hipertimia, un estado de alegría más elevado y duradero de lo habitual, mejora y conserva la salud y promueve la consecución de mayores logros por parte de las personas. Claro que su método para conseguirlo consiste bien en la programación genética bien en la administración de algún fármaco. Yo creo que los jardines, las zonas verdes y los bosques consiguen el mismo efecto, más y mejor sin tener que recurrir a lo transhumano.
DEMÓCRITO consideraba la felicidad, que llamaba euthymía, como el objeto principal de la vida y para él esto significaba conseguir vivir de buen ánimo, no pedía más, ni menos.
PLATÓN distinguía entre eudaimonía –estado mental equilibrado, agradable propiciado por una vida de éxito- y hedoné –placer físico y mental-.
Para ARISTÓTELES a esta eudaimonía, que consideraba el fin último del pensamiento humano y de sus acciones, no la entendía como felicidad a secas sino en su sentido esencial que no sería sino, atención jardineros y jardineras, el florecimiento humano, maravillosa elección de palabra.
Pero no teman, no voy a repasar toda la historia de la filosofía de la felicidad, aunque vale la pena recordar el TETRAPHARMAKOS, la curación en cuatro partes, propuestas por EPICURO, adalid del hedonismo bien entendido y que he modificado con respeto:
Primera parte, “No temas a Dios”, ni al jurado de Andalucía en Flor, ni a quien diga tener la verdad, colabora con él o con ella, es mucho mejor, si es posible.
Segunda parte, “No te preocupes por la muerte”, ni por un número de bajo de flores si has sembrado y cultivado bien.
Tercera parte, “Lo bueno es fácil de conseguir”, pues las buenas ideas lo son porque, además, para disfrutar de esta consideración, deben ser factibles y las personas tienen la proclividad natural para sumarse a ellas.
Cuarta parte, “Lo terrible es fácil de soportar”, cuando se cuenta con un buen equipo o se forma parte de él y con la comprensión y ayuda de la ciudadanía.
Termino con unas palabras del escritor y poeta gaditano del siglo XX tan excelente y especial como desconocido, CARLOS EDMUNDO DE ORY, que escribió en su “Humanismo del árbol” (1967, publicado por Athenaica en 2023) lo siguiente:
“La afinidad que existe entre el árbol y el hombre es más visible y eterna. La savia del uno, la sangre del otro los hermana en el misterio de la vida en una existencia terrestre que tiende a la elevación. Sólo que el árbol es más duro y más fuerte.”
“El árbol es la asta de ninguna bandera. Baste decir de él que representa la insignia de la tierra.” Y también proclama, a lo cual me sumo, “me gustaría conocer la palabra bosque en todos los idiomas”.
Y llegamos a la conclusión, a la vista y consideración de todo lo anterior: no, no se puede competir en la búsqueda de la felicidad y del buen ánimo individual y colectivo. Tal como se entiende en las escuelas tradicionales de Budo y a diferencia de los centros y federaciones de artes marciales deportivos, los cinturones de color, si los hay, se consiguen no al vencer a un compañero de igual nivel, sino al acreditar un verdadero compromiso y constancia en la práctica, un comportamiento ético y talento. Muchas gracias.